¿Qué ocurre cuando la novedad se convierte en hábito? ¿Es innovar sinónimo de mejoría? Todas estas preguntas sólo pueden surgir tras echar unas partidas a la última entrega de Mario Kart, para Nintendo 3DS. Y es que, como suele ser costumbre, Nintendo nos brinda un nuevo título de la saga con cada consola del mercado, y por supuesto, la “nueva” portátil de la compañía no podía faltar a la cita.
Fue en 1992 cuando nace el germen de todo esto: Super Mario Kart, la primera entrega de la saga que significó un punto de inflexión en la franquicia del fontanero, consiguiendo desdoblar la saga principal de distintos spin-offs que empezaron con Mario Kart y otros que se extienden hasta nuestro días. En cualquier caso, es notable la función que ejerció en su día esta primera entrega para SNES. Bajo la premisa de ofrecer una experiencia para dos jugadores (recordemos que en la época, el concepto de videojuego estaba enfocado al arcade, y más en el género de carreras), Super Mario Kart cumplía su cometido y aportaba aire fresco al género, entendiendo por primera vez las carreras como algo más que mera competición, pues sobre todo, era sinónimo de diversión.